ACERCA DE
El síndrome de intestino irritable es el trastorno gastrointestinal más frecuentemente diagnosticado y la segunda causa de absentismo laboral tras el resfriado común. Se calcula que entre el 10-20% de las personas experimentan síntomas de síndrome de intestino irritable a lo largo de su vida. Yo soy una de ellas y esta es mi historia 😉
Hace muchos años que tengo el diagnóstico de síndrome de intestino irritable y de intolerancia moderada a la fructosa. En concreto en mi caso es un SII con preponderancia de diarrea (el glamour que no falte) y muy relacionado también con los niveles de ansiedad. IBS Anxiety-related, que dicen en inglés.
Cuando me diagnosticaron, en una época particularmente mala en la que ir a trabajar era un suplicio, acabé dejando de ir a clase, tenía miedo de comer porque parecía que todo me sentaba mal… el único consejo que me dió el gastro-enterólogo fue: «no comas las cosas que te sienten mal». Y se quedó tan ancho. Yo le miraba en plan: ¿Seis años de carrera y cuatro de especialidad para esto? Dime algo que no sepa…
Salí de la consulta con una etiqueta diagnóstica y cero recomendaciones sobre como manejar esta enfermedad y hacerla más llevadera. Y en ese momento empezó un largo y solitario camino a la caza y captura de estrategias avaladas científicamente para la reducción de los síntomas y la gestión diaria de este síndrome (¡Gracias internet!). Un largo y solitario camino tratando de reconquistar poco a poco parcelas de autonomía de mi vida: volver a trabajar, volver a estudiar, volver a salir de casa en definitiva.
De eso hace ya muchos años y en este tiempo, como en todo proceso, ha habido alti-bajos, épocas en que he estado muy bien y otras en las que he vuelto a estar muy mal físicamente, buenos profesionales sanitarios que me han ayudado aunque sólo fuera validando mi experiencia y profesionales desastrosos (como aquella especialista de digestivo que me tiró los artículos científicos que le llevé sobre dieta fodmaps a la cara y no quiso ni mirarlos con el argumento de que esa dieta no estaba aprobada en España) que como mínimo no lo han hecho más fácil, por decir algo suave.
Durante todo este tiempo, a base de pasar muchas horas buscando en internet, tratando de separar la paja del trigo, encontré la dieta baja en fodmaps. En aquella época toda la información estaba en inglés y aquí en España poca gente había oído hablar de ese tratamiento. Así que yo venga a traducir, venga a leer, venga a tratar de seguir la dieta correctamente por mi cuenta. Error. Sin pasar a la fase de re-introducción. Error. Si tuviera que dar un único consejo sería este: si te lo puedes permitir, pon un/a nutricionista especializad@ en síndrome de intestino irritable en tu vida.
Me imagino que como a much@s de vosotr@s, si en este tiempo hubiera ganado un céntimo cada vez que me han dado un consejo/solución a esta enfermedad impertinente, desconsiderado o cuanto menos ignorante me habría hecho rica hace tiempo. Cosas como: está todo en tu cabeza, estás exagerando, no te pongas nerviosa, come/no comas esto o lo otro, sigue/no sigas esta dieta, le estás echando cuento, no es para tanto, no pienses en ello y ya está…
También tengo otra enfermedad, en este caso de las llamadas poco frecuentes, el síndrome tricorrinofalángico tipo 1, que es una enfermedad genética provocada por la alteración de un gen, pero eso ya es otra historia y otro blog 😉